Fue un mazazo contra el sector del CBD, pero unas semanas más tarde el Consejo de Estado dictó una suspensión provisional de la prohibición, por considerar que el decreto ministerial con el que se prohibió era contradictorio. La cuestión aún está en el aire. Y unos meses más tarde, el Gobierno legalizó el cultivo de cannabis medicinal mediante un decreto que fue criticado por su confusión y por mostrar una enorme falta de coordinación ministerial.
Por su parte, Italia ha tenido un año de ilusiones rotas al haber impulsado un referéndum estatal para legalizar el autocultivo de cannabis que consiguió las firmas necesarias, completó todos los procesos, y al final acabó siendo anulado por el Tribunal Constitucional. Pero la legalización del autocultivo podría salir adelante mediante un proyecto de ley que a principios de este verano fue aprobado por la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados. El proyecto introduce la posibilidad de que las personas adultas puedan cultivar hasta cuatro plantas de marihuana en sus domicilios para su consumo personal y se espera que sea discutido en el pleno pronto.
En Italia también ha habido cambios en la política del cannabis medicinal: el Ministerio de Defensa anunció un concurso público para permitir la entrada de empresas de cultivo y producción de cannabis y derivados medicinales. La futura participación de empresas pondrá fin al monopolio del cultivo de cannabis en Italia, que hasta ahora ha estado únicamente en manos de la Planta Farmacéutica Militar de Florencia. Más allá del cannabis, el Gobierno italiano prohibió este año el uso y cultivo de la ayahuasca, la bebida tradicional de origen amazónico con propiedades psicoactivas que se utiliza con fines terapéuticos, religiosos y espirituales en muchas partes del mundo.