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El alcohol pierde terreno frente a las drogas recreativas en la juventud española

Aunque disminuye el interés juvenil por el alcohol, el uso de sustancias como MDMA, ketamina o cocaína se mantiene presente en contextos de ocio, con una baja percepción de riesgo y escaso debate sobre sus implicancias.

El rechazo juvenil al alcohol parece avanzar con paso firme. Las cifras del Ministerio de Sanidad y del estudio Monitoring the Future 2025 en EE UU confirman una tendencia sostenida a la baja en el consumo de alcohol entre adolescentes. Sin embargo, este cambio no ha ido acompañado de una disminución paralela en el uso de drogas recreativas. Lejos de ello, el uso de MDMA, popper, ketamina y cocaína se mantiene activo y normalizado en buena parte de la juventud urbana.

Historias como la de "Claudia" o "Iván" ilustran este fenómeno. Claudia empezó a consumir MDMA después de la pandemia, en busca de alivio emocional. Iván, por su parte, encontró en las fiestas de música electrónica un entorno donde el consumo de sustancias estimulantes es habitual y socialmente aceptado. En ambos casos, retratados en un reportaje publicado en El Confidencial, el consumo no parte de una dependencia clásica, sino de una práctica integrada en el ocio, el placer y la experimentación personal.

Para Claudio Vidal, director de Energy Control, este tipo de consumo responde a lógicas sociales concretas: se realiza en grupo, con ciertos cuidados y con una percepción de control. Sin embargo, advierte que esta sensación de seguridad puede ser engañosa, sobre todo ante la alta pureza de las sustancias actuales y el auge de nuevas combinaciones como el tusi o "cocaína rosa". Vidal destaca que la ketamina, por ejemplo, nunca había sido tan consumida como ahora y que muchos usuarios desconocen sus riesgos específicos.

Un factor que incide en este aumento de consumo es el precio. Mientras que el alcohol de calidad ha encarecido, la cocaína mantiene un precio estable desde hace décadas, a la par que ha aumentado su pureza. Esta paradoja del mercado de drogas ilustra la desprotección del sistema actual que carece de regulación, sin control sanitario y sin educación efectiva sobre riesgos reales.

Por su parte, David López Canales, autor de “¿Una rayita?” (Anagrama, 2025), sostiene que en España se consume mucha cocaína, pero se habla poco de ello. Se oculta en chistes, referencias veladas y un silencio institucional que impide abrir un debate real sobre consumo, placer y regulación. "La mayoría de quienes consumen no son adictos ni problemáticos, simplemente han normalizado su uso", afirma el autor quien considera que el sistema actual alimenta la hipocresía reprimiendo el consumo visible e ignorando el cotidiano.

Todo indica que actualmente el discurso sobre drogas se debate entre el alarmismo y la banalización, por lo mismo se hace urgente una nueva pedagogía del placer y el riesgo, hablando del consumo sin moralismo, sin estigmas y con datos que permitan dar un paso hacia una política de drogas más honesta y eficaz.

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