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El nuevo hongo psicoactivo de alta potencia se llama Psilocybe ingeli

El Psilocybe ingeli, especie descrita formalmente en 2023 a partir de un hallazgo ciudadano en KwaZulu-Natal (Sudáfrica), destaca por su elevada potencia y rápido crecimiento, según compendios divulgativos y su descripción en la prestigiosa revista científica Mycologia.

El primer registro de P. ingeli se atribuye al micólogo Talan Moult, quien observó ejemplares en pastizales enriquecidos con estiércol tras la temporada de lluvias en KwaZulu-Natal. La posterior colaboración entre aficionados y académicos de la Universidad de Stellenbosch permitió describirla como nueva para la ciencia. El artículo de referencia, publicado en Mycologia, sitúa a la especie en la sección Zapotecorum y detalla su morfología con marcadas reacciones azuladas al daño.

 Psilocybe ingeli

Según el medio especializado doubleblindmag.com, P. ingeli ha llamado la atención, en las comunidades de cultivadores y consumidores de setas mágicas, por combinar cualidades  como el crecimiento relativamente rápido, adaptabilidad y una potencia inusual. Estimaciones iniciales citadas por este medio sitúan el contenido total de sus compuestos psicoactivos en rangos entre 2,3% y 3,2% en peso seco, valores que la ubican muy por encima del P. cubensis promedio. Es importante precisar que a falta de series analíticas amplias y revisadas, estos rangos deben tomarse con cautela.

La potencia reportada implica que dosis menores podrían producir efectos intensos. Para primeras experiencias con esta especie se sugiere no exceder cantidades bajas, recordando que la sensibilidad individual y la variabilidad de potencia son factores críticos. Como regla general, se recomienda partir de dosis conservadoras, evitar combinaciones con otras sustancias y contar con un entorno seguro y acompañamiento cuando corresponda.

Aunque el estudio científico se centra en la descripción taxonómica, la aparición de P. ingeli ocurre en un momento de creciente interés global por los psicodélicos. La psilocibina sigue siendo una sustancia fiscalizada en la mayoría de países, con excepciones y pilotos regulatorios acotados. En este contexto, la circulación de información fiable resulta clave para minimizar riesgos y evitar confusiones sobre potencia, identificación y usos.

Que una especie altamente potente surja de la colaboración entre la ciudadanía y la academia recuerda que el conocimiento micológico no es patrimonio exclusivo de laboratorios o científicos. Pero también expone un dilema y que apunta a que mientras persista la prohibición, la conversación pública se centrará en la potencia en lugar de priorizar la educación, la reducción de daños y el acceso a información de calidad.

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