HHC, Delta-10-THC, Delta-6a10a-THC… todos estos cannabinoides de nombres difíciles se están vendiendo en EE UU como productos no regulados destinados a consumo humano. La oferta es variada y confusa y la información disponible sobre cada uno es escasa. Son cannabinoides producidos en laboratorio de forma semisintética a partir de otros cannabinoides de la planta del cannabis y sus efectos sobre el organismo humano no están estudiados.
El consumo de todos estos neocannabinoides implica un riesgo elevado debido a la falta de investigación sobre sus efectos y a la ausencia de una regulación que controle el contenido y la calidad de los productos que se venden. Muchos de estos se están vendiendo en cartuchos para vapear bajo el reclamo de que se obtienen efectos similares a los del THC pero con otros matices y sin leyes federales ni estatales que prohíban su uso.
La falta de regulación provoca que no haya un control sobre qué sustancias se están vendiendo realmente ni tampoco sobre los procedimientos de producción, los productos utilizados o las mezclas con las que se fabrican los líquidos para vapear. Los excipientes con los que se fabrican los líquidos para vapear pueden tener graves consecuencias sobre la salud de los usuarios. Entre 2019 y 2020 se notificó la hospitalización de 2800 personas y de 68 fallecimientos relacionados con líquidos de vapeo en EE UU, que se relacionaron con la presencia de acetato de vitamina E.
Lo que está pasando con estos nuevos cannabinoides como el HHC es similar a lo que pasó hace unos meses con el Delta-8-THC, con la diferencia de que este cannabinoide sí está presente en la planta del cannabis de forma natural, aunque en cantidades muy pequeñas. La mayoría de estados han decidido prohibir su producción y venta, y por el momento sólo Michigan ha optado por incluirlo en la regulación.