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Los riesgos de la cocaína en un contexto de calor extremo

La muerte de una pareja en un motel de Florianópolis (Brasil) reabre el debate sobre los efectos fisiológicos del consumo de cocaína en ambientes con altas temperaturas. La combinación de estimulantes y calor puede derivar en colapsos térmicos fatales, una situación poco discutida dentro de las estrategias de reducción de daños.

El caso fue registrado en la ciudad brasileña de Florianópolis, donde una pareja fue encontrada sin vida dentro de un jacuzzi que superaba los 50 °C. El informe forense determinó como causa de muerte una combinación entre intoxicación por alcohol y cocaína, hipertermia y deshidratación. Aunque pueda parecer un incidente aislado, el hecho ilustra el efecto sinérgico entre calor extremo y sustancias estimulantes.

Las temperaturas elevadas imponen una carga extra sobre el sistema cardiovascular. Espacios cerrados como tinas calientes o saunas obligan al cuerpo a activar mecanismos de compensación como la vasodilatación y la sudoración. Pero cuando la temperatura ambiental se acerca o supera los 40 °C, esos mecanismos pueden resultar insuficientes, incrementando el riesgo de golpe de calor, síncope, hipotensión, arritmias e incluso fallo multiorgánico. Por este motivo, los organismos de salud desaconsejan el uso de jacuzzis por encima de esa temperatura y sugieren evitar la exposición prolongada, sobre todo si es en solitario.

Por su parte, la cocaína, como estimulante, eleva la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura corporal. A diferencia de otras sustancias, también reduce la capacidad del cuerpo para disipar calor, ya que interfiere con la vasodilatación cutánea y la sudoración. Esto significa que, en entornos calurosos, la cocaína no solo genera más calor interno, sino que también dificulta su eliminación. Si se combina con alcohol, además, se forma cocaetileno, un metabolito cardiotóxico que agrava los riesgos cardiovasculares.

En este escenario, lo que para una persona sobria podría ser un baño caliente tolerable, para alguien bajo los efectos de estimulantes puede convertirse en una situación letal. Mareos, confusión, palpitaciones, náuseas o pérdida de conciencia son signos de alarma que exigen abandonar el lugar, bajar la temperatura corporal y buscar atención médica urgente.

Algunos principios básicos de autocuidado en contextos de calor extremo incluyen: evitar exposiciones prolongadas a temperaturas por encima de 40 °C, no combinar calor con estimulantes ni alcohol, hidratarse constantemente y evitar estas prácticas en soledad. Las personas con afecciones cardiovasculares, renales, embarazadas o con historial de hipertensión deben extremar precauciones o abstenerse por completo.

La hipertermia inducida por drogas es una posibilidad concreta y prevenible. El caso de Florianópolis evidencia los riesgos de minimizar la influencia del entorno físico en la experiencia con sustancias. Por eso, reconocer que el calor también actúa como una variable farmacológica es clave para una cultura del placer más informada y responsable.

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