En este texto os dejamos algunos de esos mitos y los hechos conocidos. En este caso, la marihuana gana al mito.
Mito: Conducir colocado de maría es tan malo como conducir borracho.
Hecho: No es así. Es muchísimo peor conducir borracho. No existe ningún informe que afirme tajantemente que conducir habiendo fumado produce tantos accidentes o más que bajo la influencia del alcohol.
Mito: La marihuana mata las células del cerebro.
Hecho: Un estudio de 2015 tiraba por tierra la idea de que la marihuana produce cambios radicales en los cerebros de los jóvenes que se habitúan al consumo del cannabis. También es cierto que se necesitan más estudios al respecto.
Mito: La marihuana es la puerta de entrada a otras drogas.
Hecho: Este es el mito más desmontado. El alcohol es más una droga de entrada que la marihuana en un porcentaje elevado de casos.
Mito: La marihuana afecta más a los pulmones que el tabaco.
Hecho: Sí, a la larga la marihuana puede afectar a los pulmones del mismo modo que el tabaco. De hecho, todo tipo de tóxico que pase por los pulmones puede producir enfermedades como el cáncer. Sin embargo, el tabaco está por encima de la marihuana no tanto por su toxicidad sino por la cantidad de tabaco que se consume. Los fumadores consumen muchos más cigarrillos que el usuario medio de marihuana. Por tanto, no es una cuestión tanto de qué es mejor, sino de cuánto fumas.
Mito: La marihuana cura la ansiedad de las personas
Hecho: No todo el mundo que usa la marihuana para curar la ansiedad lo consigue. A veces sucede justo lo contrario. Un estudio de la Universidad de Vanderbilt trató de estudiar esta situación.
Mito: Puedes tener una sobredosis de marihuana.
Hecho: No. No se puede. Punto.
Mito: La gusa que da la marihuana no es real.
Hecho: Pues sí que lo es. La marihuana suele abrir el apetito debido a que el sentido del gusto y el olfato se incrementa tras tomarla, lo que lleva a comer más. Así son las cosas. Si te pones fondón o fondona no es culpa tuya, es la ciencia.